viernes, 27 de marzo de 2015

HISTORIAS Y LEYENDAS DE CILLEROS DE LA BASTIDA Y LA QUILAMA (Primera parte)


¡¡¡Hermoso paseo por hermosos parajes y hermosos olores y colores y sabores!!!
Antes de meternos en profundidades históricas sería conveniente que hiciéramos un breve recorrido de este a oeste como si de un recorrido a pie se tratara y en una jornada atravesáramos los parajes por los que muchas razas caminaron, se enamoraron, lucharon y murieron hace muchos cientos de años.
La ruta se inicia en el histórico Monleón, cuyos Berraco y Torre del Homenaje son testigos de tantos y tantos acontecimientos. El camino nos lleva raudo a Linares de Riofrío y continúa por la ladera norte de la sierra. En ella, la vegetación de avellanos, castaños, robles y acebos inundan de un inmenso colorido, frescura y belleza el paisaje de la Honfría.
Subimos hasta el Pico Cervero que con sus 1.463 metros se nos brinda como atalaya de hermosos pueblos como Escurial, Navarredonda o la Rinconada cuna de los "Caleros" y sus hornos de cal de los que todavía se pueden ver vestigios en la ladera norte de la sierras.
Después de atravesar un frondoso robledal y pasar el puerto de la Calderilla nos topamos casi sin darnos cuenta con el abismo repentino del Valle de la Quilama. Casi de repente el valle se hunde en 800 metros y por él discurre casi imperceptible el arroyo de La Quilama con sus aguas cristalinas entre jaras y brezos y retamas y madroños y encinas y alisos y alcornoques y algún tejo solitario y muchos hongos. Y entre sus aguas las truchas hacen alarde de sus cabriolas para llegar lo más alto posible.
Este agreste pero maravilloso relieve hace que esas montañas sean refugio de numerosas especies de animales protegidos. Algunas fácilmente observables com los buitres negros y los leonados pero otras son más esquivas como el lince, la nutria o la cigüeña negra. Habitan aves que alegran la vista con sus coloridos, como las oropéndolas, jilgueros o petirrojos y otras, en cambio, son un regalo para el oído, como el ruiseñor, el picapinos o el cuco.
Pronto se llega a la Bastida. Desde aquí la Quilama se confunde con la Sierra de Francia y por eso el mejor final de esta ruta rápida es la subida a la cima de la emblemática Peña de Francia no sin antes conocer pueblos tan interesantes como Cereceda, El Cabaco y, como no, el más pequeño de la familia pero muy grande en corazón, en paisajes, en tradiciones, en quesos en lana,... Y así se oía el estribillo:
Cilleros y la Bastida
mucho queso y mucha lana.
El que lo tiene lo come
y el que no, pasa la gana.

A los nueve pueblecitos citados añadimos también otros dos por la parte sur y escondidos en las profundidades del Valle y que gozan de un microclima que les proporciona una gran riqueza y variedad de frutas y cualquier otra clase de productos de huerta y que son Garcibuey y Valero. 
Fuente: Web “Quilama y Cilleros de la Bastida” creada por Emiliano Alonso.

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