¡¡¡Hermoso paseo por hermosos parajes y hermosos olores y colores y sabores!!!
Antes de meternos en profundidades
históricas sería conveniente que hiciéramos un breve recorrido de este a oeste
como si de un recorrido a pie se tratara y en una jornada atravesáramos los
parajes por los que muchas razas caminaron, se enamoraron, lucharon y murieron
hace muchos cientos de años.
La ruta se inicia en el histórico
Monleón, cuyos Berraco y Torre del Homenaje son testigos de tantos y tantos
acontecimientos. El camino nos lleva raudo a Linares de Riofrío y continúa por
la ladera norte de la sierra. En ella, la vegetación de avellanos, castaños,
robles y acebos inundan de un inmenso colorido, frescura y belleza el paisaje
de la Honfría.
Subimos hasta el Pico Cervero que
con sus 1.463 metros se nos brinda como atalaya de hermosos pueblos como Escurial,
Navarredonda o la Rinconada cuna de los "Caleros" y sus hornos de cal
de los que todavía se pueden ver vestigios en la ladera norte de la sierras.
Después de atravesar un frondoso
robledal y pasar el puerto de la Calderilla nos topamos casi sin darnos cuenta
con el abismo repentino del Valle de la Quilama. Casi de repente el valle se
hunde en 800 metros y por él discurre casi imperceptible el arroyo de La
Quilama con sus aguas cristalinas entre jaras y brezos y retamas y madroños y
encinas y alisos y alcornoques y algún tejo solitario y muchos hongos. Y entre
sus aguas las truchas hacen alarde de sus cabriolas para llegar lo más alto
posible.
Este agreste pero maravilloso
relieve hace que esas montañas sean refugio de numerosas especies de animales
protegidos. Algunas fácilmente observables com los buitres negros y los
leonados pero otras son más esquivas como el lince, la nutria o la cigüeña
negra. Habitan aves que alegran la vista con sus coloridos, como las
oropéndolas, jilgueros o petirrojos y otras, en cambio, son un regalo para el
oído, como el ruiseñor, el picapinos o el cuco.
Pronto se llega a la Bastida. Desde
aquí la Quilama se confunde con la Sierra de Francia y por eso el mejor final
de esta ruta rápida es la subida a la cima de la emblemática Peña de Francia no
sin antes conocer pueblos tan interesantes como Cereceda, El Cabaco y, como no,
el más pequeño de la familia pero muy grande en corazón, en paisajes, en
tradiciones, en quesos en lana,... Y así se oía el estribillo:
mucho queso y mucha lana.
El que lo tiene lo come
y el que no, pasa la gana.
A los nueve pueblecitos citados añadimos también otros
dos por la parte sur y escondidos en las profundidades del Valle y que gozan de
un microclima que les proporciona una gran riqueza y variedad de frutas y
cualquier otra clase de productos de huerta y que son Garcibuey y Valero.
Fuente: Web “Quilama y Cilleros de la Bastida” creada por
Emiliano Alonso.
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